En el marco de la pandemia de Covid 19 que conmociona al
mundo, IDEP SALUD entrevistó Nicolás Kreplak quien, además de Viceministro de
Salud de la provincia de Buenos Aires, es médico clínico, sanitarista, docente
y militante por el derecho a la salud y la soberanía sanitaria. Entre otros
conceptos, Kreplak destaca que las medidas oportunas permitieron que hoy
“tengamos muy pocos casos” pero advierte que “si nosotros soltamos el
aislamiento en 15 días tenemos el pico que nos sobrepasa el sistema de salud. Eso
está clarísimo.”
-¿Cuáles son las
regiones más afectadas de la provincia, cuál es la proyección y cuánto preocupa
que la pandemia comience a afectar a muchísima gente en los sectores más
populares?
-Nicolás Kreplak: En el Conurbano bonaerense, especialmente
en la zona Norte del Conurbano, está la principal preocupación en cantidad de
casos. Y si bien la incidencia que estamos teniendo hasta ahora es buena,
tenemos muy controlada la curva, muy achatada la curva por suerte. Pero la
verdad es que ya todo alrededor de la Ciudad de Buenos Aires y, por supuesto la
Ciudad entera, es una zona donde hay una buena cantidad de casos. Pero todavía
son pocos los sectores populares donde se está empezando a ver. Ahí aparece una
preocupación distinta porque el tipo de aislamiento que se puede realizar en
los sectores medios, que tienen casas para cada familia y se pueden tomar
decisiones de aislamiento que son más efectivas. Y, por ahí, en barrios más
populares donde los hogares son multifamiliares, donde hay más hacinamiento,
las formas de control son un poco más complejas. Hay que tener mucho cuidado. Y
yo creo que la clave del éxito -insisto con lo relativo del término éxito ante
una situación de pandemia-, hoy tiene dos partes: una, que es el aislamiento, y
la segunda parte -que es más silenciosa y quizás la gente no habla tanto pero
es un trabajo enorme-, es el seguimiento epidemiológico que se está haciendo.
Imaginémonos que esto es un incendio en un bosque y ante cada foco del
incendio, hay que ir a apagarlo, porque cada foco puede ser el inicio de un
brote epidémico de magnitud. Hoy hay muy pocos casos, casi no hay casos
comunitarios, casi no hay transmisión de la gente porque se sube a un colectivo
y se contagia, o va a comprar algo, toca la pared y se contagia, eso casi no
existe. Lo que existe son contagios institucionales: en geriátricos, en
hospitales, en algún que otro lugar de trabajo. Esa es la población que
mayormente se contagia hoy. Entonces cada uno de estos casos tienen contactos
estrechos y el trabajo que se hace -que es muy muy exhaustivo-, es buscar esos
contactos estrechos, entrevistarlos, ver que tan estrechos son, hacer un
aislamiento, hacer un seguimiento telefónico o presencial, tenemos
telemedicina, todo el seguimiento con todas las plataformas desde lo personal y
la visita hasta las medidas por tecnología, para saber si alguno de estos casos
representa un caso sospechoso porque aparece algún síntoma, entonces se toma la
muestra. Con este propósito se construyeron muchos laboratorios en la provincia
de Buenos Aires para hacer diagnósticos especializados, como el diagnóstico
PCR. Ahora tenemos 18 laboratorios y vamos a ir hasta 24. Estamos creciendo, es
un programa que venimos haciendo hace 1 mes, compramos reactivos para la
provincia, específicos, más allá de lo que la nación construyó, porque nosotros
entendíamos que lo que la nación proveía y construyó, era un piso, pero no era
suficiente para todo lo que la provincia necesitaba. Así que se hicieron 35
laboratorios en todo el país y nosotros le agregamos 24 más en la provincia de
Buenos Aires. Ya hicimos 18 y estamos haciendo los seis que faltan. Y de esa
manera poder diagnosticar rápidamente todos los casos que tenemos y poder saber
cuáles de los casos que eran sospechosos, son efectivamente confirmados y hacer
todos de vuelta el aislamiento en escalas. Digamos, si una persona es
sospechosa, todos sus contactos estrechos en aislamiento, y si alguno presenta
síntomas, todos sus contactos estrechos en aislamiento y así ir llevando, es
una forma de aislar cada foco y tratar de apagar cada incendio. Eso nos viene
resultando muy bien porque nosotros vemos que una semana hay un brote en un
distrito, se dice: «Uh, explotó en tal lugar», pero a los 10 días ese brote se
apagó y apareció en otro lado. Y para que se apague, no es que se apagó solo,
se apagó por un trabajo exhaustivo y muy cuidadoso de todos los equipos
epidemiológicos del ministerio, de las regiones sanitarias y los municipios.
¿Existe una
preocupación especial por la situación de lxs trabajadorxs de la salud ya que
constituyen uno de los porcentajes más altos de los infectados en Argentina?
-N.K.: Si, sin duda. En la provincia estamos cerca del 22% de
los contagios que son de trabajadores de la salud y hay varias cosas para decir
al respecto de eso. La primera es que fracasó la estrategia de áreas de doble
circulación, de áreas COVID y áreas no COVID, que es una estrategia que se hizo
en muchos países del mundo -que yo no sé cómo les fue en otros lados-, pero
nuestra experiencia es negativa. Ya se había hecho con la pandemia del NHN1,
pero en este caso lo puedo decir, es negativa, porque todos los contagios que
yo tengo registrados, se hicieron en las áreas no COVID, de un paciente que
venía a consultar por otra cosa y finalmente tenía COVID. Pero la enorme
mayoría de los casos ni siquiera se produjeron entre pacientes y profesionales,
la mayoría son contagios horizontales. También el multiempleo, otro de los
grandes problemas del neoliberalismo, de una persona que trabaja en un lugar y
se contagia y va a otros lugares a trabajar. Y, como no está en el área de
conoravirus, está en otras áreas que considera áreas libres de coronavirus, no
se cuida lo suficiente. Y ahí hay muchos contagios entre colegas. Además, todo
lo que hubo que hacer para poder tener los elementos de protección personal
suficientes para abastecer a los equipos de salud de nuestro país. Es también
otro de los aspectos del neoliberalismo de destrucción de la salud y el
trabajo, de una no producción de bienes de capital en nuestro país y que todas
esas cosas se importan. No había forma de producir todo esto en nuestro país,
se cerró el comercio internacional, porque no hay más barcos y no hay más
aviones, así que no teníamos forma de tener elementos de protección personal. Y
lo que tuvimos que hacer fue trazar una ruta aérea entre Buenos Aires y Shangai
(Buenos Aires es la capital del mundo más alejada de Shangai) y tuvimos que
hacer el viaje más lejano del mundo para comprar allá los elementos de
protección personal que están viniendo cada dos o tres días en aviones de
Aerolíneas Argentinas. Y qué son los que ahora tenemos para garantizar la
protección de los trabajadores de salud de la provincia.
-¿Cree que esta nueva
etapa en que se deja de lado la doble circulación en las instituciones va a
permitir que los trabajadores de salud empiecen a trabajar con más
tranquilidad? Porque todo esto también genera una gran incertidumbre a lxs
trabajadorxs de salud y sus familias.
-N.K.: Sin duda. Hoy tenemos los trabajadores de salud con
una muy baja tasa de trabajo, tenemos menos del 20% de las camas ocupadas en
los hospitales, con lo cual todavía estamos todos con la sensación o esperando
que suceda, que vengan los pacientes, eso es un tema que genera una ansiedad
importante. Los elementos de protección personal costaron y hoy están en
cantidad y calidad adecuada. Hay que aprender a trabajarlos y utilizarlos, hay
que hacer comités de crisis en todos los hospitales donde participen los
trabajadores y adecúen todos los protocolos que se hacen en la provincia para
ver cómo van a funcionar en cada lugar. Y esto que decía, que en cada hospital
todos tengan cuidado todo el tiempo. Como aprendimos a hacer todos cuando
apareció la epidemia de VIH, que aprendimos a sacar sangre siempre con guantes,
a tocar a pacientes que tuvieran secreciones siempre con guantes, por las dudas
de que tuvieran positivo. Lo mismo tenemos que hacer ahora con la enfermedad
respiratoria, todos los pacientes pueden ser COVID positivo. Así que hay que
cuidarse en todas las situaciones y en todos los casos, mientras estemos en la
situación de pandemia.
-¿Cuántas camas de
terapia intensiva había en la provincia cuando ustedes asumieron la gestión y
cómo lograron modificar ese panorama hasta estos días?
-N.K.: Bueno, cuando nosotros asumimos había un tema
particular, sobre lo que tengo hipótesis pero no tengo respuestas reales: ¿Qué
fue lo que estaba pensando el gobierno anterior cuando puso en obra a todos los
hospitales de la provincia en simultáneo y después paralizó las obras?
Entonces, lo que sucedió fue que nosotros agarramos la provincia no sólo con
los hospitales que había hecho Cristina sin inaugurar -que de hecho la semana
que viene se inaugura el primero y dentro de dos meses van a estar inaugurados
los 5 hospitales-, pero además de eso todos los hospitales propios de la
provincia estaban en obra en la guardia, en quirófanos o en terapia intensiva,
en simultáneo. Muchas obras en simultáneo que lo que terminaban produciendo es
que tenga mucha menos capacidad de respuesta el sistema de salud. Porque eran
obras que después se paralizaban, entonces hay hospitales sin quirófanos,
hospitales sin terapia, etc. En concreto, cuando arrancamos el coronavirus
teníamos en la provincia de Buenos Aires, del sector provincial, 385 camas de
terapia intensiva. Si a eso le sumábamos las camas de guardia, de cardio, estábamos
en 800 camas. Y hoy estamos en las 1400 camas, ahora. Y todavía nos falta
terminar de inaugurar varias partes de los hospitales que estamos trabajando:
esta semana empiezan a agregarse los hospitales modulares, se agregan las UPA,
que estos aportan mucha cantidad de camas nuevas, 32 camas de terapia intensiva
cada una de ellas, más los hospitales nuevos, la verdad que son unos cuantos.
Disculpame, necesito que retomemos la entrevista después porque me está
llamando el Gobernador…
-Queda en evidencia que
están en contacto permanente con el Gobernador (Axel Kicillof) y que el trabajo
es 24 horas al día, ¿no?
N.K.: Sí, continuamente, la verdad que es así. Y además muy
difícilmente con agenda, digamos, la agenda es la urgencia. Por eso hay que
hacer un trabajo muy serio de organización y planificación para poder trazar.
Hay que construir un sistema, un sistema que no había. Nosotros estamos ante
una provincia y un país que habían entregado el Estado y habían entregado la
coordinación del sistema de salud, con las fragmentaciones y el financiamiento,
todas esas cosas que pasaron con el sistema de salud. Nos encontramos con un
sistema de salud que no tenía sistema: el área de epidemiología era muy
pequeña, no tenía ni siquiera un boletín epidemiológico, no había una sala de
situación. Es una gran tarea, desde construir eso hasta tener un tablero de
comando, como tenemos ahora. Yo tengo online la cantidad de camas que hay en
cada uno de los sectores de la provincia, cuantas están ocupadas, cuantas
tienen COVID, si son camas generales, intermedias o de terapia. Todo eso hubo
que construirlo y, al mismo tiempo, uno tenía que ir construyendo un sistema de
salud que no había y montar los servicios que estaban cerrados y los hospitales
que estaban cerrados y contratar a la gente. Todo hubo que hacerlo al mismo
tiempo que tenías una tremenda demanda, que hace que la agenda todo el tiempo
sea intervenida por la coyuntura: Hay un brote en un lugar y un juez interviene,
tenés que soltar lo que estás haciendo para ocuparte de eso, todo el tiempo es
así. Eso demanda mucho equipo y nosotros tenemos un equipo muy grande y muy
sólido que trabajamos hace muchos años juntos. Y además hay que tener mucha
plasticidad para adaptarse a los cambios.
¿Qué impacto le produjo
ver el colapso de los sistemas de salud de los países más desarrollados del
mundo y cómo evalúa la reacción de la sociedad Argentina ante esta situación?
N.K.: Me impresionó la incapacidad de los grandes sistemas de
salud del mundo, especialmente Europa, para contener una problemática de estas
características. Pareció sorprendente porque uno veía y estudiaba mucho esos
sistemas pensando que tenían una capacidad de organizar y una capacidad de
prevenir. Por un lado podemos decir eso, pero por otro lado sabemos que durante
décadas el neoliberalismo global impactó en todos. Y si uno tiene un sistema
más o menos lógico, con la construcción de derecho, pero el mundo va hacia otro
lado, aunque uno nade contra la corriente, el río te lleva. A mí sí me impactó
ver la velocidad y la fuerza con la que pasó y la poca capacidad de respuesta
que tuvieron los países centrales. Nosotros tenemos la ventaja de estar en la
otra punta del mundo, en el hemisferio opuesto, así que estábamos atravesando
el verano y nos dio bastante tiempo para poder analizar. Y tomamos medidas casi
al mismo tiempo que en los países donde se estaban sufriendo los peores
momentos de la pandemia, sin tener los casos. Entonces nos dio un resultado
bueno hasta el momento. Y lo que sí nos sorprendió a todos muy gratamente es la
capacidad de la sociedad argentina de absorber un golpe tan duro y de seguir
creyendo en nosotros, de apoyarte, de bancar, cuando son muy pocas las personas
argentinas que efectivamente tuvieron la enfermedad. Es cierto que nuestro
pueblo en muchas oportunidades pone el hombro y banca las consecuencias de lo
que pasa. En este caso no es por la decisión de nadie sino por una enfermedad,
pero creo yo que todos estamos orgullosos de la seriedad y el respeto con que
se tomó. Creo que son tiempos muy serios estos, son tiempos donde incluso todo
el mundo está circunspecto, está como observando lo que sucede. No digo
solamente con temor sino con seriedad y con responsabilidad.
– ¿Cómo ve la situación
en Latinoamérica y cómo nos puede afectar, ya que hay diferentes reacciones en
distintos países ante la pandemia?
N.K.: En los últimos años, lamentablemente, los países de
Latinoamérica han retrocedido en la construcción de esta Patria Grande y son
muy pocos los países que conservan gobiernos populares. Y Argentina por suerte
justo acababa de volver a tener un gobierno popular, porque estamos viendo
tantos presidentes y gobernantes de países muy importantes de Latinoamérica que
están haciendo, negligentemente, caso omiso a los intereses colectivos y están
enviando al muere a los sectores más populares, directamente. Y sabemos y
entendemos y además estamos seguros, que eso mismo hubiese sucedido acá, porque
hemos visto al ex-presidente (Mauricio Macri) en estos días reclamando que se
deje de tomar medidas estatistas. Hubiera preocupado mucho que le toque
conducir este proceso porque hubiese hecho exactamente lo mismo que están
haciendo Bolsonaro, Trump u otros dirigentes de la derecha más conservadora de
América. Creo que el resto de los países de América con este tipo de gobierno
no quisieron asumir el costo económico y el costo político de tomar medidas
necesarias. Ahora en todos los países, aún en los que han decidido no tomar
esta decisión o estas medidas, se imponen. Porque la condición se está
imponiendo en todos los países y finalmente tienen que terminar cerrando porque
la sociedad decide no salir a trabajar, decide quedarse, decide aceptar si un
intendente o un gobernador, en contra de lo que diga un presidente, sugiere un
aislamiento. La gente lo hace, porque se está cuidando.
-Surge el instinto de
supervivencia.
-N.K.: Y hay que hacerlo, si se ve que en la Argentina
funciona ¿por qué no va a funcionar en otros países? Entonces están todos
proponiendo hacer lo mismo y cuidarse. Y bueno, la verdad, parece racional. Y
tal vez lo que quiero decir con esto es que ni siquiera es una decisión que se
pueda revertir porque nos cansamos. Esto, aunque nos cansemos, aunque cueste
demasiado, aunque tenga mucho costo económico para la sociedad, es lo que se
puede hacer, hay que organizarse a partir de esto y hay que hacerlo lo mejor
posible.
-¿Cree que esta
pandemia puede fortalecer la soberanía sanitaria en la Argentina?
-N.K.: Yo creo que eso depende mucho de lo que hagamos
nosotros. Esta pandemia nos puede dejar igual, peor o mejor, en ese sentido.
Eso va a depender de lo que construyamos como pueblo, de la construcción
política que venga al lado de esto. Nosotros en la gestión tenemos que intentar
que todo lo que construyamos y que sea una inversión del Estado, en este
momento en que no hay plata para nada y que se está empobreciendo tan
fuertemente nuestro país, cada peso que se pone es un peso que es más costoso,
más difícil de conseguir. Así que tenemos que hacer todo el esfuerzo del mundo
para que esa plata, que se va a utilizar ahora para trabajar la pandemia,
fortalezca el sistema de salud y fortalezca la soberanía sanitaria. Pero con
eso solo no alcanza, porque la soberanía sanitaria no es solamente un tema de
salud, es un problema político. Entonces también tenemos que construir como
sociedad, tenemos que hablar mucho de esto, tenemos que ponerlo en discusión.
No se trata de un problema de infectólogos una pandemia, es un problema de la
sociedad, es un problema político, es un problema sociológico, es un problema
que tiene múltiples aristas. Una de ellas es la infectológica, pero tiene
múltiples aristas y tenemos que construir entre todos el sistema de salud y el
país que queremos. Si no aprovechamos que hay una crisis que pone en duda todas
las relaciones de poder y de construcción simbólica de lo que es el derecho de
la salud de nuestro país, si no aprovechamos esta situación para poner en jaque
todas las cosas negativas y que son las causas de los grandes problemas en
Argentina y en el mundo, entonces no habremos capitalizado esta oportunidad.
-Forma parte de un
equipo que ya estuvo trabajando en el Ministerio de Salud de la Nación, en la
gestión de Cristina Fernández, y ahora trabajan en el distrito más grande de la
nación. ¿Eso les da una visión más amplia?
-N.K.: Sí, tener una experiencia de gestión previa nos
acelera muchas cosas y ya tenemos algunos mecanismos de funcionamiento y de
estructura organizada de antes. Yo creo que también tenemos, sobre todo, mucha
militancia y mucha construcción de militancia también desde el llano, que nos
hace entender la importancia de construir políticamente para poder llegar a la
viabilidad, porque en estos lugares no se construyen las cosas solamente porque
uno tenga una autoridad política por un ministerio, sino que necesitás
construir consensos y para eso es muy importante tener legitimidad con los
compañeros y compañeras en los sindicatos, en los territorios y en los hospitales.
Legitimidad porque uno milita y conoce el lugar. Y capacidad de convencer, de
persuadir y de escuchar. Creo que esos son los elementos casi tan importantes
como haber tenido la experiencia que tuvimos antes. En un contexto como éste la
nación tiene que construir un proyecto sanitario que surja de las provincias.
Quizás en otro contexto uno puede empezar a transformar el sistema de una
manera distinta y ahí podría haber una idea nacional de sistema de salud. Ahora
estamos ante una pandemia en emergencia y la planificación tiene que ser desde
la realidad, desde lo que sucede, desde cómo se leen los territorios y la
problemática que hay en cada lugar, desde dónde estamos y cómo se viene
sintiendo la comunidad y los servicios de salud con la problemática específica
del coronavirus, desde ahí se construyen las posibilidades en la provincia. Y
yo entiendo que en nación, leyendo lo que sucede en las provincias y, sobre
todo, en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, que es donde se concentra
la problemática más grande, me parece que leyendo eso se tienen que construir
las estrategias nacionales.
-¿Puede ser que esto
sea el inicio de una nueva fase respecto de las formas de enfermarse y
vinculado también con esta fase del capitalismo o del neoliberalismo
financiero?
-N.K.: Hay una cosa que no entiendo del todo: ¿Por qué razón
se dio una respuesta de estas características a nivel global? Me parece que
estamos todos ante hipótesis y podemos suponer cosas, es muy complejo entender
por qué sucedió, por qué sucede esta respuesta, esta parálisis global ante esta
situación. Pero sí creo que el neoliberalismo expuso a toda la sociedad a darse
cuenta de las nulas, o casi nulas, herramientas que tenían los estados y sus
pueblos para enfrentar una situación inesperada o ante un emergente. Cuando uno
piensa en la teoría de la complejidad sabe que existen unos sucesos que pueden
aparecer, que no son previsibles y que cuando suceden cambian todo el sistema
social. No teníamos herramientas dentro del sistema neoliberal global para poder
enfrentar a este tipo de problemáticas y no es impensable que puedan aparecer
enfermedades respiratorias de transmisión, de hecho, casi siempre está por
aparecer alguna. Hemos tenido varios episodios que podrían haber sido tan
complejos como éste y lo que no había hecho el sistema era dar cuenta de la
necesidad de tener herramientas, de tener soberanía y capacidad de respuesta;
porque seguía pensando en la salud solamente en términos de lucro, había una
hipertrofia de lo que se producía como negocio pero no había una idea de cómo
se hace para trabajar el sistema para que se pueda garantizar el derecho a la
salud.
Así que yo no sé si esto inaugura una nueva etapa. Lo que yo
creo es que nos hizo ver una serie de cosas. Me da bastante temor que cuando
todo esto pase y tengamos que reflotar todas las cosas que se hundieron en este
periodo -con todas las problemáticas que va a generar económica y socialmente
esta pandemia-, no se ponga efectivamente en la agenda política la
reconstrucción del sistema de salud más allá de la pandemia, en la lógica de la
soberanía y del derecho, y que pase a quedar nuevamente en el último lugar de
las prioridades. Porque va a haber tantas cosas para resolver que nos va a
comer la agenda.
-¿Se está estableciendo
algún trabajo interministerial con respecto al tema de los femicidios en las
condiciones de aislamiento?
-N.K.: La verdad que no es un tema que nosotros estemos
trabajando principalmente en el Ministerio de Salud, si bien tenemos un área
que trabaja en las temáticas de género. El Ministerio de la Mujer está
trabajando específicamente en esto. Nosotros vemos que es un problema y estamos
intentando articularlo. Pero digo la verdad y, con sinceridad, estamos abocados
fuertemente al sistema de salud específicamente, pero también necesitamos
empezar a trabajar a partir de ahora la idea del derecho a la salud con una
mirada mucho más amplia que solamente la atención de la enfermedad y en esto,
sin dudas, la mirada feminista es indispensable.
En esta situación de la
pandemia, ¿pudieron articular las acciones de gobierno con las organizaciones
sociales?
-N.K.: En la provincia de Buenos Aires en particular es
impensable que podamos tener un trabajo sobre los territorios sin contar con
los intendentes y el trabajo territorial que hacen los intendentes y las
organizaciones sociales en cada localidad. Es impensable. Y eso va desde las
relaciones políticas a los curas, los pastores, sin duda todas las
organizaciones sociales y políticas están trabajando, creo yo que en la mayoría
de los casos, excepto algunas excepciones, con la suficiente seriedad y
responsabilidad para entender que no podemos estar con las pequeñeces y las
miserias que cada uno puede tener, perdiendo, en este contexto, en esta
situación, la oportunidad de colaborar y de ayudar. Y especialmente en nuestro
sector la importancia del trabajo con las organizaciones sindicales. No sólo
para coordinar sino también para tomar decisiones, por ejemplo, cómo hacemos
para llevar adelante las necesidades sanitarias en todos los hospitales.
-¿Qué rol está
cumpliendo la producción pública de medicamentos en esta pandemia?
-N.K.: Nosotros tenemos el laboratorio de producción pública
Tomás Perón, que es uno de los ejes estratégicos de nuestra gestión y del
gobierno de Axel. Pensábamos, la verdad, estar avanzando en el fortalecimiento
de la planta y en el desarrollo de varias líneas de trabajo que queríamos
hacer. Esta pandemia nos agarró y esto también lo atravesó. El laboratorio
igual se puso en condiciones para poder producir alcohol en gel, que es muy
importante. Y también utilizar su capacidad de laboratorio: ahora es uno de los
centros de diagnóstico con los que se cuenta en la provincia de Buenos Aires,
el Tomás Perón. Y la producción pública de medicamentos es clave, es
estratégica y es una herramienta de soberanía. Aunque hoy el problema principal
no pasa por ahí, porque no hay medicamentos significativos o importantes hasta
el momento para el tratamiento de Covid. Y la verdad es que el problema lo
tenemos con cosas impensadas como los barbijos, que son cosas que nunca fueron
un problema muy serio para los servicios de salud y ahora es un problema. Pero
bueno es una enfermedad viral aguda y por el momento no tiene ningún
tratamiento específico. Lo negativo es que no tiene tratamiento y lo positivo
es que no estamos enfrentando a una de las Industrias más complejas en estas
situaciones.
-¿Cómo vislumbra los
próximos pasos en toda esta situación?
-N.K.: Para mí hay que seguir como estamos, hay que seguir
administrando y focalizando. Esto quiere decir que no hay que soltar, no hay
que aflojar, no hay que bajar la guardia. Lo que hay que hacer es focalizar
mucho más en las situaciones donde hay casos, ir apagando cada brote cuando
sucede es muy importante. En los territorios donde haya más casos hay que
focalizar más y hacer más esfuerzo. Y con la población de mayor riesgo también
hay que hacer un esfuerzo muy grande de focalizar. Seguir así, esperemos que
pase el invierno, esperemos que quizás la ciencia y la tecnología nos aporten
alguna herramienta que nos ayude a enfrentarlo de la mejor manera. Pero no hay
que poner vidas en juego innecesariamente, hay que trabajar para seguir
conteniendo la pandemia como estamos haciendo hasta ahora.
-¿Evalúan que el riesgo
de relajarse es muy alto?
-N.K.: Hay muy pocos contagiados entonces no hay ningún
modelo matemático distinto a esto que estoy por decir ahora: Si nosotros
soltamos el aislamiento en 15 días tenemos el pico que nos sobrepasa el sistema
de salud. Eso está clarísimo. Y todos los países del mundo que pensaron que
tenían que soltar el aislamiento tuvieron pico enseguida. Así que no hay
ninguna razón para no pensar que nos va a pasar lo mismo a nosotros. Pero
también hay que focalizar y esforzarnos más porque hay ciertos sectores que van
a necesitar poder salir a trabajar para ir buscar el sustento y son sectores
que tienen que ser los que menos riesgo tengan y los que no estén en situación
de alto contagio. Así que para que eso pueda suceder tenemos que focalizar
mucho y ser más fuertes con los grupos más vulnerables en donde más contagios
hay.
-¿Cómo vive esta
situación tan inmensa e intensa, un militante de la salud colectiva que además
ejerce el rol de Viceministro de Salud de la provincia más grande del país?
-N.K.: La vivo de diversas maneras en simultáneo, por un lado
con mucho esfuerzo físico y también contento de saber que tenemos un equipo muy
grande. Y que uno no llega acá solamente porque es técnico y tiene
conocimientos, sino que además tenemos un compromiso, un equipo que acompaña y
permite afrontar una cosa así, porque sino el esfuerzo, la responsabilidad tan
grande y con tanta atención puesta, sería muy difícil. Pero también entendiendo
que es una oportunidad. Por un lado, es una responsabilidad muy grande -a nadie
le gusta el trabajo defensivo-, cuando nosotros pensamos en el sistema de salud
que queríamos construir y cuando hablamos con el gobernador, pensamos mucho más
en cómo reorganizar el sistema, cómo plantear la construcción y no en cómo
defendernos de una pandemia infecciosa. Pero también en este contexto lo que
tratamos de hacer es utilizar todas las estrategias que podamos tener para que
todo lo que hagamos en este momento no sólo sirva para resolver la problemática
del coronavirus, sino que además sirva para construir el sistema de salud que
necesitamos. Entonces el desafío es doble: que lo que estamos haciendo ahora
también sume para el futuro.