En esta Historias de Estatales de la última edición del periódico de ATE conmemoramos a Claudio “Pocho” Lepratti, una de las 39 víctimas de la salvaje represión desatada en distintos rincones del país durante la crisis económica, el Estado de Sitio y el estallido social que acabó con el gobierno de Fernando De La Rúa el 19 y 20 de diciembre de 2001.
Claudio “Pocho” Lepratti nació un 27 de febrero de 1966 en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) en una familia de seis hermanos liderada por Orlando Lepratti y Dalis Bel.
Cursó sus estudios secundarios en un colegio salesiano que marcó su fe cristiana y lo llevó a ingresar como seminarista en el Instituto Ceferino Namuncurá donde eligió la carrera religiosa de “Hermano coadjutor”.
Años después abandonó el seminario, se trasladó a la ciudad de Rosario y se radicó en el Barrio Ludueña donde comenzó su militancia activa en las organizaciones de base que promovía el Padre Edgardo Montaldo, un referente religioso y social que orientó al Pocho en su opción por los pobres.
Allí participó y promovió la formación de una veintena de grupos de niños y jóvenes de las barriadas populares de Rosario creando y liderando la Coordinadora Juvenil de la Vicaría Sagrado Corazón del Barrio Ludueña y promoviendo la conformación de diversos grupos de pibes y pibas como La Vagancia, Los Gatos, Los Pelos Duros, entre muchos otros.
También participó en instancias de coordinación con otros grupos como la revista El Ángel de Lata, El Movimiento Chicos del Pueblo y con distintas las comunidades eclesiales de Base como Poryajhú (“pobres” en guaraní) y Desde el Pie.
Ya salió la edición de diciembre de El Trabajador del Estado!
— Prensa ATE Nacional (@ateprensa) December 15, 2021
En las vísperas de un intenso fin de año, un aporte para empezar a reflexionar sobre nos deja este 2021 y sobre las perspectivas hacia el 2022.
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Con el mismo compromiso promovió la realización de campamentos y talleres de formación, fue promotor de grupos de huertas orgánicas y cría de pollos, y colaboró en la multiplicación de Talleres donde se formaron grupos de mujeres y jóvenes en temáticas como prevención en salud, prevención del SIDA y tareas como la producción de jabón, fabricación de hornos y desarrollo de comedores comunitarios.
En el año 2001 viajó al seminario del “Centro Ecumênico de Serviços à Evangelização e Educação Popular (CESEEP)” de Brasil donde compartió experiencias de organización y lucha con las comunidades eclesiales de Base de Brasil, el Movimiento de los Sin Tierra, el Zapatismo del Estado de Chiapas en el sur de México, el Centro Memorial Martin Luther King de Cuba, y un centenar de militantes de base de otros países.
Trabajó en el Centro Crecer N°19, en la escuela Luisa Mora de Olguín (“la escuela del Padre Edgardo Montaldo”) y en la Cocina Centralizada de Rosario desde fines de 1992 hasta diciembre de 1996.
Fue allí donde tras un duro conflicto de los trabajadores no docentes de los comedores escolares, -entre los que Pocho jugaba un papel importante en la organización- que se logró que el gobierno provincial tomara a los trabajadores despedidos, entre los que se encontraba Pocho, y a partir de entonces pasó a desempeñarse como personal no docente de comedores escolares en la Escuela 756 del barrio Las Flores, hasta el día en que lo asesinaron.
En su actividad gremial fue delegado de Base, congresal provincial de ATE, y congresal de la CTA participando activamente de la organización Los Chicos del Pueblo y de la Consulta Popular de Frente Nacional Contra La Pobreza (FRE.NA.PO).
El 19 de diciembre de 2001, en el marco de la salvaje represión ordenada por el gobernador Reutemann, se asomó a la terraza de su escuela para gritarle a la policía santafesina: “Bajen las armas, hijos de puta. No tiren que aquí solo hay chicos comiendo” antes de recibir un disparo en la garganta proveniente del agente Esteban Velásquez.
Su obra, su compromiso y su legado siguen vivos en la Biblioteca Popular Pocho Lepratti, en la radio Pochormiga, en el Bodegón Cultura “Casa de Pocho”, en nuestra ATE, en la CTA Autónoma, en las hormigas y bicicletas pintadas a lo largo de todo Rosario, en los innumerables grupos de pibes y pibas que supo crear y en cada militante de las organizaciones populares.

Militante de ATE y la CTA-A
“Pocho comenzó su camino en ATE Rosario a finales de la década de 1990, como delegado cuando se produjo el cierre de la Cocina Centralizada y fue despedido de su trabajo. Pero fue la misma organización con sus compañeros la que le permitió luchar para recuperar su trabajo. Eligió su espacio de representación y tras varios días de acampe frente a la desmantelada cocina junto a muchos otros compañeros que hoy también recordamos, como Ángel Porcu, lograron no sólo la reincorporación sino también el pase a planta.
Desde aquel momento se haría más intensa su participación en la lucha gremial, como delegado en ATE y congresal de la CTA, por mejorar las condiciones de trabajo de asistentes escolares y de los trabajadores estatales en general. Diversos sectores en lucha a fines de los `90 lo recuerdan silencioso pero presente en sus piquetes.
Pocho llevaría su compromiso a trabajar en una escuela en la zona sur de la ciudad, la Nª 756 José Mariano Serrano, en el corazón del barrio Las Flores, a más de diez kilómetros de su casa. Esa distancia la cubría en bicicleta, con lluvia y con sol”.
(Texto extraído del libro Pocho Vive)