La
decisión se adoptó a tono con lo resuelto en la última reunión de la Mesa
Nacional de la Central, que facultó al secretariado a variar la fecha original
del 26 de agosto en caso de que otras centrales fijaran otro día para hacer
valer sus reclamos. Como la CGT Azopardo y la CGT Azul y Blanca han establecido
el 28 de agosto como día de paro nacional, la CTA, en virtud de su autonomía y
por entender que están dadas las condiciones para manifestar en plenitud la
disconformidad de los trabajadores con las políticas de ajuste, plantea la
realización de una medida de fuerza que se prolongará por 36 horas arrancando a
las 12 del miércoles 27 de agosto.
La
medida se concretará en el marco de la unidad de acción para frenar el ajuste y
tendrá como ingrediente distintivo una gran movilización desde Plaza de Mayo al
Congreso, a la cual han sido convocados todos los trabajadores y demás sectores
populares para exigir la prohibición de despidos y suspensiones por un año; la
derogación del impuesto al salario; y un aumento de emergencia para los
jubilados.
El
pliego de reivindicaciones incluye también la decisión de ocupar toda fábrica
que cierre; la urgente convocatoria al Consejo del Salario Mínimo, Vital y
Móvil; la reapertura de las paritarias; la derogación de la Ley Antiterrorista
y la suspensión del pago e investigación de la deuda pública.
La
CTA ha dispuesto promover las formas organizativas más adecuadas para
nacionalizar la Jornada de Lucha, con actividades en todas las provincias,
conteniendo los distintos conflictos que tienen lugar a lo largo y ancho del
país y las situaciones particulares que atraviesa cada región.
Esta
tercera huelga nacional en menos de dos años realizada por la clase trabajadora
contra el modelo neo desarrollista y dependiente, implica un salto cuantitativo
y cualitativo en los niveles de conciencia y organización que, sin lugar a
dudas, se reflejará en un alto nivel de acatamiento porque es notorio el ajuste
que se está descargando sobre el conjunto del pueblo.