Hilda fue la compañera de Durval, la madre de Julio, Marisa, Jesús, Patricia y Darío. Ya como trabajadora estatal en la provincia de Neuquén se afilió a la Asociación Neuquina de Empleados y Obreros Provinciales (ANEOP). Su militancia política la llevó a ocupar el cargo de Prosecretaria del bloque de Diputados Provinciales del Partido Justicialista desde 1973 hasta el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976.
La dictadura se ensañó con Hilda, por su militancia gremial y por ser peronista. Fue declarada “prescindible” en su trabajo, pero nunca se acobardó y siguió militando a pesar de las amenazas.
En 1983, aún en dictadura, su hijo Julio Durval Fuentes fundó el Sindicato Único de Trabajadores Estatales Neuquinos (SUTEN), que sería el embrión de ATE en la provincia y ya con el gobierno democrático Hilda fue reincorporada al Estado Provincial como administrativa en la Zona Sanitaria I del Sistema Público de Salud.
Afiliada al SUTEN, continuó militando por los derechos de sus compañeras y compañeros sin importar consecuencias. En diciembre de 1985, en una movilización por las calles céntricas de la ciudad de Neuquén en reclamo por el pago de aguinaldo a los estatales provinciales, un colectivo intentó romper la multitudinaria marcha y atropelló a Hilda, quien como consecuencia del brutal acto perdió una pierna. Eso no mermó su vigor ni sus ganas de seguir sirviendo a la causa de los trabajadores.
Ya jubilada, siguió militando junto a sus compañeras y compañeros, y fue la cara más visible del reclamo de una recomposición histórica a las trabajadoras y trabajadores prescindidos en la dictadura militar, la cual consiguió gracias a una Ley provincial propuesta por los diputados provinciales de UP en la legislatura neuquina.
Hoy nos duele su partida, pero mantendremos viva su inquebrantable lucha en favor de los trabajadores y las trabajadoras.
