ATE

ATE se suma al pedido que se viene impulsando desde diversos espacios sindicales a las, los y les diputados para que voten favorablemente el dictamen de reforma de la Ley de Contrato de Trabajo para ampliar licencias parentales.

ATE se suma al pedido que se viene impulsando desde diversos espacios sindicales a las, los y les diputados para que voten favorablemente el dictamen de reforma de la Ley de Contrato de Trabajo para ampliar licencias parentales, en el marco de la reunión de comisiones parlamentarias que se llevará adelante este 4 de julio. 

Durante la reunión de las comisiones parlamentarias de Mujeres y Diversidad, junto con la de Legislación del Trabajo en el Congreso de la Nación, se pondrá en consideración dicha reforma, con el objeto de debatirla mañana sobre tablas en una de las últimas sesiones que tendrá la Cámara de Diputados/as este 2023. 

El proyecto en debate es parte de un acuerdo de asesores de diferentes bloques y responde también a foros parlamentarios que se realizaron este año para escuchar la postura de los sindicatos, los movimientos sociales y el sector empleador. Usa como base, lo que fue el proyecto “Cuidar en Igualdad” y recoge muchas de las iniciativas que venimos impulsando desde los feminismos y los sindicatos.

En líneas generales es un proyecto que refiere principalmente a ampliación de licencias para cuidar y ser cuidado previstas en la LCT, en la ley de trabajadoras de casas particulares, en la ley de trabajadores rurales. Al mismo tiempo, crea derechos específicos para monotributistas y monotributistas sociales. Además de ampliar licencias, modifica artículos relativos al cuidado en una concepción no binaria (mujer-varón/padre-madre) que incluye diversas estructuras familiares e incluye licencias de autocuidado y cuidado a otres ampliando la concepción de familia nuclear.

Si bien consideramos que su aprobación es un gran avance, advertimos que es un universo inmenso el que queda fuera y, sin embargo, creemos que hay que apoyarlo. 

Creemos además que tenemos que verlo y sentirlo como una conquista aún cuando no nos alcance, cuando no podamos gozarlo. Que este proyecto logre convertirse en ley, amplía los márgenes de lo posible, rompe el techo y lo eleva. Podríamos pensar que consolida la fragmentación de la clase trabajadora, donde existen, en función de su relación contractual, ciudadanos de primera y de segunda. En parte esto es así. Pero también implica que logramos, no sin luchas, instalar formas de familia no binarias, necesidades de cuidado más allá de los vínculos paternales, reconocimiento de familias adoptantes y diversas, donde aparecen por primera vez tíos y hermanos como figuras que nos cuidan y a quien cuidar. 

Los derechos que busca consagrar este proyecto son derechos colectivos, impactan sobre la clase en su conjunto y crean mejores posibilidades para luchas futuras. Aun cuando sintamos que no somos parte de esos colectivos, nos obliga a mirar ese nuevo norte y proyectar la lucha. No es lo que queríamos, peleamos por derechos universales, que además garanticen la socialización de los cuidados a partir de políticas públicas, que avancen en la integralidad de las necesidades de cuidar y ser cuidado, que pueda proyectarse a redes de cuidado más allá de las estructuras familiares clásicas.

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