ATE

por Gustavo Quinteros

Hace dos años, en noviembre de 2019, un grupo de desconocidxs asumía junto con quien les  comparte estas líneas, el desafío y la responsabilidad de pensar la formación en una de las organizaciones sindicales más importantes de nuestro país.

Decimos desafío, porque como decía una de las referentes teóricas más importantes de nuestra clase, Beba Balvé, “la calidad de una organización se mide por la calidad de sus cuadros”.

Con el peso de nuestra historia a cuestas, como dijimos en la celebración de los 50 años de la Escuela Libertario Ferrari, a hombros de gigantes nos propusimos andar un camino por el cual sentíamos también mucha responsabilidad.

El 2019 concluía con la victoria electoral del Frente de Todxs y abría una nueva etapa en la que, no sin esperanza, asumíamos el reto de construir la fuerza suficiente para hacer las transformaciones que considerábamos necesarias para revertir la durísima situación en la que dejaba el macrismo a nuestro pueblo.  

No está de más volver a reconocer que la Pandemia acaecida, apenas unos meses después, nos puso en una situación inesperada y ante desafíos sin fórmulas en el campo popular.

También en 2019, la región atravesaba distintas revueltas sociales en toda su columna vertebral andina. Colombia, Ecuador, Perú, Chile ofrecían sustantivas resistencias a los modelos neoliberales instalados en los territorios.

Una vez más, aquello que la Pandemia parecía paralizar en realidad se abría paso subterráneamente resultando en las últimas elecciones de Perú y Chile en la consolidación de una construcción de alianzas de los sectores populares con otros sectores sociales en el gobierno, reapropiándose de la política como herramienta de transformación social.

Cuestión no menor, para pensar sobre el presente de nuestro país.

A 20 años de aquel 19 y 20 que pateó el tablero de todas las representatividades desde un fuerte descreimiento en aquellos que “nos representaban”. Y a 30 años del Grito de Burzaco, que plantó un giro militante a un modelo sindical y político que traicionaba la representación de la clase trabajadora y sus intereses.

Ahora bien, nadie desconoce los desafíos que como sociedad tenemos por delante. Lo posible no alcanza.

Los datos arrojados en el mes de noviembre de 2021 por el INDEC son elocuentes: El costo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) de noviembre conmueve. Hacen falta $ 73.917 para no caer en la pobreza. Con lo cual, la total población que hoy vive por debajo de esta línea asciende a 18.598.351 trabajadores y trabajadoras. Es decir, el 40, 6% de nuestro país. Y 4.855.727 están por debajo de la línea de indigencia.

Nuestra historia, la de la clase trabajadora en general, y la de nuestra organización en particular, no nos permite observar esos datos como mera estadística. Los casi cien años de nuestra historia, su trayectoria de lucha, nos demandan estar a la altura de las circunstancias.

Somos esa porción de la clase que fue capaz de recuperar la ATE de manos de la dictadura para ponerla al servicio de lxs trabajadores. De crear una nueva Central sindical ante la entrega del menemismo de nuestro patrimonio nacional y de miles de compañerxs que eran arrojadxs al desempleo desprovistxs del más mínimo medio de subsistencia. Una Central que acobijó a esxs miles dando un giro militante de esperanza en un mundo que anunciaba el fin de la Historia.

Una Central que este 18 de diciembre fue capaz de convocarse a seguir pensando un nuevo modelo de organización que sigue sosteniendo la liberación y transformación de una sociedad para pocos: anticapitalista, antipatriarcal y con una fuerte centralidad de nuestra clase. 

Ser parte de esa historia nos pone nuevamente ante la responsabilidad de pensar nuestros giros militantes a las actuales circunstancias. De ganarle al desaliento,  esperanza contra esperanza.

Como bien ya decía el Grito de Burzaco “nos plantea el desafío de concretar nuevas formas de construcción político y social, capaces de reinstalar el poder de los trabajadores y el pueblo en el escenario nacional”

En ese sentido, recuperar el Grito es mucho más que levantar una bandera de principios, es recuperar la correlación de fuerzas que permita recuperar la política para nuestro lado. Es invitar a generar un hecho político que esté a la altura de las transformaciones que necesitamos.

Vencer con iniciativa política las trampas de un sistema que nos pretende en los laberintos de los desacuerdos y las mezquindades. En un “sálvese quien pueda” permanente.

En definitiva, un salto por arriba de los fragmentos es recuperar la estrategia de salir por arriba de las confrontaciones internas en las que nos pretenden mantener.

Dar un giro militante y volver a pensar las construcciones colectivas asentadas en la ética que siente la vida de otrxs, como responsabilidad propia.

Es estar a la altura de la historia y ser parte de la reconstrucción del entramado de solidaridad de clase, que ha caracterizado nuestra historia de lucha.

Es ese el desafío que tenemos todxs lxs militantes sindicales, sociales y políticos. Aquellxs que hemos visto el otro país, donde la felicidad del pueblo se medía en la calidad de las políticas del gobierno. Y aquel que late en las juventudes, que a pesar de no haberlo vivido, lo sueñan.

Hace dos años que un grupo de compañerxs, ahora conocidxs, venimos construyendo los sueños que soñamos. No sin contradicciones, no sin diferencias. Pero sabiendo que las diferencias nunca pueden ser el obstáculo para construir “el otro país”, que con el puño en alto, seguimos viendo.

Necesitamos de toda nuestra organización y todo nuestro entusiasmo, rearmarnos de palabras y luchas. Exigir la posibilidad de futuro, para nosotrxs y nuestras juventudes, nos obliga a levantar la mirada mas allá de lo posible, mas allá de cada quien, y pujar, parir, nuevas formas organizativas, nuevos entramados colectivos, otros giros militantes mas allá de lo que hasta ahora fuimos capaces de hacer.

Construir el otro país, que seguimos soñando demandará de todo nuestro esfuerzo, pero sobre todas las cosas de no perder jamás la esperanza en el sentido último de la militancia: hacer posible lo imposible.

He visto el otro país, lo sigo viendo.

*Secretario de Formación de ATE

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