Como ya lo dijimos en la editorial de agosto, desde ATE y la CTA veníamos construyendo las condiciones para un nuevo Paro Nacional, al cual los estatales teníamos mucho por aportar. Y no nos equivocamos.
Frente a la brutal ofensiva del gobierno en la aplicación de su plan de ajuste y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional con la consecuente recesión, devaluación, licuación del salario, despidos y el vaciamiento del Estado, las organizaciones de los trabajadores, entre ellos ATE y nuestra CTA autónoma, logramos constituir un nuevo hito de la lucha popular este pasado mes de septiembre.
De la misma manera que a fines de mayo fuimos parte de la Marcha Federal y pudimos concretar el paro nacional del 25 de junio, de igual manera las asambleas de las distintas áreas productivas del Estado, las movilizaciones en Fabricaciones Militares, Energía Nuclear, Agricultura Familiar, en la planta de Agua Pesada, en el Astillero Río Santiago, entre otros, anticiparon la concreción del Paro Nacional de ATE y la Jornada Nacional de Lucha de nuestra CTA A el 12 de septiembre y la marcha de organizaciones sociales en contra del aumento en servicios básicos y contra el FMI junto al Sindicato de Dragado y Balizamiento el día 19.
Así también fue que creamos las condiciones para que se concretara el paro nacional de 36 horas los días 24 y 25 del mismo mes que tuvo una gran contundencia al ser millones de trabajadores y trabajadoras los que pararon a lo largo y a lo ancho de todo el país. De la misma manera que fueron miles y miles los que salimos a las calles para realizar movilizaciones, ollas populares y actos en las rutas y en las calles de toda la Argentina a la que se sumaron sectores de la pequeña y la mediana empresa de la ciudad y el campo así como trabajadores desocupados, sub ocupados y cooperativistas. Juntos fuimos capaces de hacer un gran Paro Comunitario y Activo que expresó el repudio de la mayoría de nuestro pueblo a las políticas del gobierno de Macri y su acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Este 24 y 25 de septiembre mostró claramente las dos caras de la realidad del país: por un lado, un presidente de la Nación travestido en Virrey que entrega las llaves de las decisiones de nuestro país al FMI y lo festeja bailando en Washington ante un escenario de financistas transnacionales.
Por otro, un pueblo parando y movilizando en las calles para defender el derecho al trabajo, la producción y la soberanía nacional como condiciones imprescindibles para construir un país que tenga que ver con las necesidades de las mayorías populares y no con las necesidades de las minorías del privilegio.
Por esa razón anunciamos la continuidad de nuestro plan de lucha con un gran campamento frente al Congreso Nacional para proponer a diputados y senadores que rechacen el Presupuesto del gobierno por ser una mera convalidación formal de las decisiones que ya tomó el Fondo Monetario con respecto del futuro de nuestro país.
Pero al mismo tiempo con la intención de generar un espacio de encuentro de los distintos sectores del campo popular para proponer las bases de un Presupuesto que tenga que ver con las necesidades populares. Un Presupuesto que incluya las propuestas programáticas que fueron surgiendo en cada una de las luchas que hemos venido protagonizando: los cinco proyectos de ley que presentamos tras la Marcha Federal (Emergencia Alimentaria, Infraestructura Social, Integración Urbana, Emergencia en Adicciones y Acceso a la Tierra) y las propuestas para un Estado diferente que surgieron de nuestros sectores: reactivar el Astillero Río Santiago, la construcción de la 3º Central Nuclear de Atucha (cuarta del país) y la producción de Agua Pesada, la reactivación de la usina de Río Turbio alimentada por carbón, los programas de aliento al campesinado y a la agricultura familiar para construir soberanía alimentaria, la producción para la defensa reabriendo Fanazul, entre otras iniciativas.
O sea, recuperar la condición de un Estado productivo al servicio del pueblo, y no un Estado represor al servicio de las empresas transnacionales y la especulación financiera, que solamente sirve para la fuga de capitales y el saqueo del país.
La batalla por el sentido del próximo presupuesto nacional es una pelea trascendental y debemos ser muy firmes y muy claros al decirles a gobernadores y legisladores que no hay lugar para la especulación. Si se aprueba el presupuesto, se convalida el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y serán cómplices de eso tanto los que voten a favor como los que se abstengan.
Por eso debe ser contundente el NO al presupuesto de Macri y el No al acuerdo con el Fondo porque los efectos van a ser criminales para el pueblo argentino. Porque va a convalidar el saqueo y los empréstitos para el sólo efecto de garantizar el repago de una deuda eterna. Mientras decrecen los derechos económicos de nuestro pueblo, se achica la capacidad del Estado y las herramientas para combatir la pobreza y la desocupación.
Así van generando la muerte silenciosa que provoca el hambre, la desatención de la salud, el despido de trabajadores y profesionales de la salud en hospitales como el Posadas donde se cierran servicios esenciales en el corazón del conurbano bonaerense.
Este crimen tan elocuente es ocultado por grandes medios de comunicación al servicio del sistema mientras reproducen declaraciones aberrantes como las del diputado Amadeo y otros defensores del gobierno que estigmatizan a los trabajadores estatales descalificando su tarea y haciéndolos responsables de la falta de respuesta del Estado a las necesidades populares.
Pero frente a esto está la solidaridad de nuestro pueblo que no nos ha abandonado. La conciencia de que detrás del derecho al trabajo de un estatal, está la defensa del derecho del pueblo.
Es cada vez más evidente que Macri vino para destruir las áreas estratégicas del Estado y para realizar un saqueo extraordinario: hubo 56 mil millones de dólares de fuga de capitales, casi igual al valor del préstamo del FMI. Si el gobierno no hubiera avalado este saqueo ni hubiera dejado de percibir los impuestos a los sectores agroexportadores y mineros, no hubiese sido necesario solicitar el préstamo.
La propia historia argentina nos dice que desde que se aprobó el primer acuerdo con el FMI con la Revolución Libertadora y a través de los sucesivos gobiernos que acordaron ( Alsogaray, Krieger Vasena, Martínez de Hoz, Sourrouille, Cavallo) éstos siempre provocaron depresión económica, generación de más pobreza, desocupación y destrucción de la capacidad productiva y soberana del Estado. Mientras que en los únicos momentos donde esos acuerdos no se firmaron, fueron los escasos períodos de crecimiento económico de la Argentina.
Por eso es imperioso no aprobar el presupuesto y los trabajadores estatales tenemos que ser vanguardia en la tarea de ganar las calles del país para fortalecer la participación popular, para que la democracia no sea solamente una apariencia que justifica y encubre el saqueo sino el ejercicio consciente de participación popular para construir un país distinto.
Por eso ganar las calles es la única manera de garantizar que los males de la democracia se resuelvan con más democracia y con más poder popular.