Durante el mes de mayo el gobierno desencadenó la más brutal de las ofensivas contra nuestro pueblo, entre otras medidas, mediante la devaluación del peso y la aceleración de la fuga de capitales, que en solo dos semanas del mes de mayo llegó a 11 mil millones de dólares.
Todo este desbarajuste económico sirvió de excusa para completar el acuerdo con el FMI que habían empezado a pergeñarse en el mes de enero cuando la presidenta de ese nefasto organismo visitó nuestro país. Se materializó así un acuerdo de subordinación al Fondo que nos abre las puertas al infierno social; porque el ajuste que se venía realizando desde que Macri asumió el gobierno, se acelera con la profundización de la Tercer Reforma del Estado y el incremento de esa combinación de inflación y recesión que va a generar más desocupación, pobreza y transferencia de riquezas de los que menos tenemos hacia los sectores más concentrados de la economía, las empresas trasnacionales.
Así lo pudimos ver con el despido masivo y la desestructuración de TELAM, nuestra agencia nacional de noticias, a quién acompañamos en su pelea por la reincorporación junto al Sindicato de Prensa de Buenos Aires o en la decidida lucha que llevamos adelante contra los despidos de los trabajadores del Hospital Posadas, entre otros casos de vaciamientos, ajustes y despidos.
Al mismo tiempo se van a agudizar las crisis por ahogo financiero en las provincias y en los municipios. Situación en la que se encuentra la provincia de Chubut, primer y mejor ejemplo de una serie que va a multiplicarse con este nefasto acuerdo de sumisión al Fondo.
Pero este aceleramiento de las modificaciones estructurales implementadas por el gobierno en pos de los intereses más concentrados de la economía de nuestro país tiene que ver con los tiempos, y a este gobierno se le van acabando por la resistencia de nuestro pueblo. Resistencia que tuvo su punto más alto en diciembre del año pasado, cuando empezó a crujir la gobernabilidad del poder, hasta llegar a este mes de mayo en el que se fueron concretando acciones y medidas en las que nuestro gremio ha sido también protagonista. Y que tuvo como hecho principal la realización de la Marcha Federal que unió a diversas organizaciones sociales y a nuestra CTA Autónoma para marchar en cinco columnas desde La Quiaca, Bariloche, Río Gallegos, Posadas y La Rioja y culminar el 1° de junio cuando una multitud rebalsó la Plaza de Mayo, donde convocamos a un Paro Nacional que días después le pondrían fecha las distintas centrales sindicales de nuestro país.
La Marcha Federal fue también la posibilidad de apoyar propuestas alternativas como las cinco leyes que tienen que ver con las necesidades de los sectores populares más postergados de nuestro pueblo (Emergencia Alimentaria; Integración Urbana; Infraestructura Social; Emergencia en Adicciones y Agricultura Familiar).
Fue un dato sin ninguna duda novedoso de la realidad política de nuestro país, una Plaza convocada fundamentalmente por organizaciones sociales, nuevas organizaciones de trabajadores que se han ido conformando en los barrios, en las fábricas recuperadas, en las cooperativas, que en unidad con nuestra CTA A, fueron las que terminaron de cohesionar las fuerzas populares y de generar las condiciones para que se materializara el contundente paro nacional del 25 de junio.
En esos días de mayo nuestra organización también protagonizó dos hitos muy significativos. Uno fue el paro nacional de trabajadores portuarios, marítimos y de la industria naval, en unidad con los gremios nucleados en la FeMPINRA (Federación Marítima Portuaria y de la Industria Naval de la República Argentina) encabezada por Juan Carlos Schmid, que paralizó puertos y fábricas navales del sector público y del privado de todo el país e impulsó, sin dudas, la decisión de materializar la medida de fuerza nacional del mes de junio.
Y el otro hito, pocos días después, tuvo lugar en la histórica localidad de Huerta Grande (Córdoba), sitio en el que la clase trabajadora fue capaz de elaborar uno de los programas obreros más importantes de su historia. Allí realizamos el 52°Congreso Extraordinario y el 63º Congreso General Ordinario de ATE, donde ratificamos aquella voluntad expresada en el paro portuario y naval, y que luego trasladamos, junto a la CTA-A, a las organizaciones que participaron de la Marcha Federal.
En ese Congreso también se declaró formalmente la decisión de fortalecer la estrategia de unidad y de organización de la clase trabajadora en torno al fortalecimiento de la CTA A en vistas a las elecciones del 8 de agosto, cuando elegiremos democráticamente una nueva conducción, que será la única conducción válida de la central, desconociendo toda otra elección, según se votó en Huerta Grande.
Una conducción que nos permitirá también sacudirnos del lomo a las alimañas que han intentado desvirtuar ese espíritu fundacional de nuestra Central, que sigue existiendo y se proyecta como alternativa de un nuevo modelo sindical en la Argentina.
Para ello es imprescindible el protagonismo de la clase trabajadora y tener la capacidad de reinventarnos, como lo estamos haciendo en ATE; y aportar desde nuestra CTA A, a un proceso de unidad en la lucha y de debate democrático con aquellos y aquellas que estén dispuestos a alumbrar esos nuevos caminos.
También fuimos protagonistas de esa jornada histórica, junto a gran parte del Movimiento de Mujeres, para lograr el 14 de junio la media sanción de la Cámara de Diputados de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, dejándola en la puerta del Senado donde en los próximos días puede llegar a sancionarse como una nueva ley de la Nación.
De modo que mientras los sectores del poder concentrado siguen destruyendo las bases económicas, sociales y políticas de un país soberano; los sectores populares vamos dando pasos fundamentales en el fortalecimiento de nuestra capacidad de resistencia, de lucha, de generación de propuestas alternativas y de unidad y organización popular para hacerlas viables.
Por eso, hoy más que nunca, “Rebeldía y organización popular”.