ATE

Dedicamos la tapa de nuestro periódico al reclamo de Aparición con vida de
Santiago Maldonado porque es de extrema gravedad que nuevamente en
democracia tengamos un desaparecido. Y más aún que, como sucedió en el
caso de Jorge Julio López, sean las instituciones de seguridad del Estado
Nacional las que están en el foco de la mira como responsables de esas
desapariciones.
Los gobiernos neoliberales, como el que tenemos, encubren la supervivencia
del Estado Terrorista dentro de las estructuras del Estado democrático. Y lo
hacen porque esa supervivencia es utilizada para el control social. Por eso no
podemos despegar la desaparición de Maldonado de la lógica gubernamental
de que los planes de ajuste no cierran sin represión.
Pero frente a estas políticas antipopulares siempre surge la extraordinaria
capacidad de respuesta de nuestro pueblo. La movilización del viernes 1º de
septiembre por la aparición del compañero Maldonado, tanto en Plaza de Mayo
como en todo el país, demostró -al igual que con el fallo de la Corte Suprema
de “Injusticia” con el 2 x 1- que ante cualquier intento de impunidad, nuestro
pueblo sale a la calle a enfrentarlo.
De todas esas convocatorias participamos como ATE y CTA porque estamos
convencidos de que la unidad se construye en las calles luchando. Así lo
hicimos cuando las organizaciones sociales nos convocaron a participar de la
movilización del pasado 7 de agosto, bajo la consigna “tierra, techo y trabajo”,
para exigir que se cumpla con la Ley de Emergencia Social y se apruebe una
Ley de emergencia alimentaria.
O como acompañamos a la CGT en la marcha a Plaza de Mayo el pasado 22
de agosto para enfrentar las políticas de ajuste, más allá de las idas y venidas
del triunvirato cegetista, y resistir la Tercer Reforma del Estado.
Pero esa vitalidad democrática que tiene nuestro pueblo de salir a las calles a
resistir debe enfocarse también en la elaboración de propuestas alternativas
para construir una democracia de nuevo tipo que cuestione las estructuras del
Terrorismo de Estado funcionando a su interior y a las políticas de los que
gobiernan para las minorías.
De esa vitalidad debemos inspirarnos también para construir un nuevo modelo
sindical en la Argentina. Porque hoy no alcanza con ser honestos y combativos.
Debemos ser capaces de construir nuevos espacios de organización y
protagonismo de la clase trabajadora para desafiar este sistema capitalista y
las políticas de un gobierno que nos sojuzga y nos explota.
Debemos ser capaces de pensar cómo el pueblo puede gobernar este país,
cómo dejar de delegar e imaginar una mejor organización de la vida
democrática. Debemos modelar las nuevas organizaciones del pueblo para
poder modelar también nuevas instituciones del Estado, nuevas modalidades
de gobierno.
Y para ello debemos reinventar nuestra organización, debemos adaptar nuestro
Estatuto a la etapa histórica que nos toca vivir. Un estatuto que fue reformado
hace 27 años y que permitió convertir a ATE en una insignia del nuevo modelo
sindical.
Necesitamos una reforma que nos permita tener mayor protagonismo y mayor
capacidad de decisión, donde haya verdadera equidad de género, donde los
jóvenes no sean solamente el futuro sino que protagonicen el presente, donde
las grandes decisiones se consulten por plebiscitos. Un estatuto que profundice
la democracia sindical, de nuevo tipo pero que no sea fruto de algunos
iluminados sino del debate, de la discusión en asambleas, de la opinión de
todos.
Claro que hablar de mayor democracia y de nuevas ideas es algo que nos
mueve el piso, nos altera las estructuras tradicionales. Nos obliga a abrir la
cabeza hacia nuevos horizontes, a nuevos límites. Y para eso es necesaria la
formación y autoformación de los dirigentes. No podemos aspirar a crecer en
organización, en seccionales en cada municipio del país y en afiliados si no
somos capaces de crecer como militantes para asumir ese desafío, para estar
a la altura de nuestras sueños. Si no somos capaces, en síntesis, de
transgredir los límites que nos impone el sistema establecido.
Estoy convencido que no hay reinvención de ATE y la CTA, no hay cambios en
el estatuto, no hay mayor democracia si no tenemos la garantía de que haya
delegados en todos los sectores de trabajo porque el cambio está en el
colectivo. Y nuestra obligación es que ese colectivo crezca en la capacidad de
intervenir en decisiones que nos favorezcan a todos, más allá de las
diferencias, más allá del internismo.
En estos días hicimos una experiencia nueva en ATE donde juntamos a los
trabajadores de las distintos sectores de Energía (hidrocarburos, mineras,
eólicas, nucleares, etc) y de Medio Ambiente con organizaciones que pelean
por los bienes comunes y contra el extractivismo. Y sin duda que hay
diferencias y distintas posturas pero esas diferencias no se resuelven con la
negación del otro sino por la capacidad de construir espacios de debate y de
nuevas síntesis como se vio en ese encuentro.
Así vamos a encontrar la fuerza para transitar esta etapa complicada y, por
sobre todo, para hacer nacer una nueva etapa, una nueva rebelión del pueblo
argentino. Eso llevará mucha dedicación, tiempo y esfuerzo para la gestación
de nuevas organizaciones, de nuevas conciencias, de nuevos desafíos.
Porque para reinventarnos en ATE y la CTA, para tener un nuevo modelo
sindical, para aspirar a una democracia de nuevo tipo hay que crear, no
alcanza con administrar lo que tenemos. Hay que crecer, multiplicarse y para
eso se necesitan nuevas formas de organización, de participación y de vida
democrática al interior de nuestras organizaciones.
Hay que repensar una estrategia desde los trabajadores para liberar nuestra
nación e integrarnos con el conjunto de los pueblos de Latinoamérica en ese
sueño inacabado de construir la Patria Grande.
De esos sueños y de esas luchas tuvimos la oportunidad de hablarle al Papa
Francisco en una reciente visita que realizamos al Vaticano junto a Carlos
Custer y Oscar de Isasi.
Allí le hicimos entrega de nuestra mayor distinción, la medalla al Mérito
Militante Germán Abdala, en contribución a su lucha constante contra las
injusticias del capitalismo, la pobreza y la carrera armamentística.
Francisco envió una bendición, más allá de las distintas creencias, para todos
los trabajadores del Estado y nos alentó a seguir con fuerza nuestras luchas
cotidianas. Así será.

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