El símbolo más fuerte de esa búsqueda de
consolidación del poder fue lo que pomposamente se llamó el ‘Mini Davos’; un
encuentro de muchos lobistas y pocos empresarios internacionales que buscaban instalar
su agenda de prioridades en torno de la reducción de salarios, la profundización
de la flexibilización laboral y un nuevo marco jurídico que permita profundizar
la transferencia de ingresos de los sectores asalariados hacia los sectores más
concentrados de la economía, puntualmente las empresas trasnacionales.
Y en correlato con esto, el Proyecto de
Presupuesto Nacional para el año 2017 presentado por el Poder Ejecutivo, que
intenta claramente consolidar una política de ajuste, de regresión salarial y
de condiciones laborales.
Y frente a eso, el parazo y movilización del
27 de septiembre junto a otras organizaciones hermanas y la CTA Autónoma, donde
fuimos capaces de protagonizar una jornada de lucha y expresar una serie de propuestas
alternativas al presupuesto del ajuste y los despidos que presentó el gobierno
en el Congreso Nacional, además de instalar con fuerza nuestro reclamo por la
reapertura de las paritarias para discutir salarios, cese de despidos y pase a
planta permanente de los trabajadores precarizados.
Por eso fuimos a las puertas del Congreso a
denunciar el techo salarial de aumento del 17 % en cuotas que quieren
imponernos para el año que viene; y la reducción presupuestaria en áreas
críticas como SENASA, INTA y en las políticas sociales. Mientras que
paralelamente se incrementan las transferencias por intereses de deuda externa y
se aumenta la eximición del pago de impuestos por bienes personales. Medidas que
en definitiva benefician a los grandes grupos trasnacionales y los sectores más
concentrados de la economía.
De cara a esto, somos capaces de promover
alternativas como la declaración de la emergencia social, reclamada por las
organizaciones sociales, que establezca un salario social complementario y la
creación de un millón de puestos de trabajo. O una reforma impositiva para que
los que más tienen sean los que más aporten, para posibilitar mejoras reales en
los haberes jubilatorios y defender el Fondo de Garantía de
Sustentabilidad del ANSES para preservar el sistema previsional público y
solidario.
Gobernabilidad del poder y búsqueda de
alternativas en función de las necesidades y de las prioridades de nuestro
pueblos son las dos facetas en las que se debate la realidad política de
nuestro país en este tiempo concreto. Mientras tanto emerge la realidad
concreta – gracias a la lucha de los trabajadores del INDEC que recuperaron las
estadísticas públicas- y se corrobora oficialmente, algo que ya desde nuestras
organizaciones veníamos denunciando: la existencia de un nivel de pobreza brutal
que sumerge a uno de cada tres argentinos. Que no son solamente los
desocupados, subocupados o cuentapropistas sino también los trabajadores
estatales, de los cuales más de 300 mil en los municipios de todo el país
percibimos salarios por debajo del Salario Mínimo, Vital y Móvil de $7.600.
Pobreza que el gobierno actual se encarga
de aumentar día a día mientras el gobierno anterior se obstinaba en ocultarla.
El mismo gobierno que nunca se dignó a recibir a ATE durante 8 años de gestión
y que ahora es recibido por la seccional Capital en una especie de homenaje que
da vergüenza ajena e indignación.
Pobreza que demuestra los límites de las
políticas gubernamentales de los 32 años de democracia renga y tuerta, donde
unos pocos se han beneficiado muy mucho y una mayoría sigue sufriendo profundas
desigualdades.
Pero nuestras luchas, desde el 24 de
febrero hasta aquí, no defienden únicamente los derechos existentes de los
trabajadores estatales sino también la necesidad de promover nuevos derechos y
un debate profundo respecto del rol del Estado. Porque discutir el rol del
Estado y las políticas públicas, como lo venimos haciendo en debates constantes
en nuestro Consejo Directivo Nacional y en distintas provincias está
directamente vinculado tanto a la necesidad de discutir a fondo el Presupuesto
2017 como a la decisión de articular nuestras luchas con el conjunto de los
trabajadores y el movimiento popular en Argentina.
El paro y la movilización del 27 fueron el
reflejo de quienes no nos resignamos, de quienes no aceptamos negociar ni
recibir migajas para ayudar a la consolidación de la gobernabilidad del poder.
Fue también nuestra respuesta a las reuniones del ministro de Hacienda Prat Gay
con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Jack Lew, que vino a la
Argentina para reiterar el reclamo por la profundización de una reforma
estructural y el ingreso de nuestro país a los Tratados de Libre Comercio para
reducir así nuestro grado de soberanía como pueblo y como Nación para
desarrollarnos con autonomía y libremente.
Por eso es tan importante reafirmarnos en
la convicción de reinventarnos para crecer. Reinventarnos individual y
colectivamente, como trabajadores estatales organizados orgullosamente en
nuestra ATE; y como parte de la clase trabajadora que sigue siendo, desde
nuestra perspectiva, el núcleo fundamental en el que debe basarse la posibilidad
de una sociedad diferente.
Desde esta perspectiva encaramos el
Congreso Confederal que vamos a realizar en el mes de octubre. Un encuentro con
los secretarios generales de las 161 seccionales existentes, en el afán de
seguir avanzando hacia las 300 seccionales y hacia los 400 mil afiliados que
nos comprometimos a materializar como parte del crecimiento de ATE. Crecimiento
cuantitativo que posibilita la incorporación de miles y miles de nuevos
trabajadores y trabajadoras que habrán de sumarse a este cauce de lucha, de
justicia y de soberanía que orgullosamente ostentamos como gremio. Porque en
cada rincón del territorio donde nos organicemos los trabajadores estatales,
donde elijamos delegados, donde construyamos la unidad de la clase trabajadora
podremos construir un nuevo modelo sindical en la Argentina que sea capaz de
modificar las relaciones de fuerza de nuestro país con los poderosos.
Esa es la tarea en el Confederal y en el
día a día de nuestra organización: reinventamos como organización para estar a
la altura de los tiempos que corren, debatir a fondo el Estado que queremos
construir, formarnos para alumbrar una perspectiva de sociedad diferente, ser
capaces de aportar como organización de trabajadores, no resignarnos a la
gobernabilidad del poder, desarrollarnos como pueblo de hombres y mujeres
libres que intentan construir la senda hacia una sociedad donde podamos vivir
plenamente en justicia, libertad y soberanía.