La fabulosa victoria del Candidato de Evo Morales: Luis
Arce, el anuncio del binomio correista en Ecuador para participar de las
elecciones de febrero, la constituyente en Chile, Alberto y Cristina en
Argentina, Lula y el PT en Brasil frenan de manera contundente la intromisión
de la derecha en América Latina, instalando modelos redistribuitvios ,
democráticos y progresistas.
«No todo está perdido» y quizás la sangre
militante de tantos ciudadanos gritando democracia y participación haya sido el
simple motor para que también en Bolivia digamos que «volvimos», que
volvió el pueblo, para que el sueño de
la patria grande de San Martín, Bolivar y Sucre no sea solo una utopía o un
canto, nuevamente nos atrevimos a ganar contra un aparato económico-mediático y
judicial que buscó bajarle el precio a un líen der progresista como Evo
Morales y a todo un proyecto que hace
apenas unos 10 años sacó de la pobreza a millones de Bolivianos.
La esperanza está intacta y a ello se le suma la decisión del Tribunal Contencioso Electoral de Ecuador
desestimando la demanda contra la fórmula de la Revolución Ciudadana. Ahora, el
Consejo Nacional Electoral debe calificar como válida la inscripción de Arauz y
Rabascall, quienes optan por la Presidencia y Vicepresidencia, de manera
respectiva. Asimismo el plebiscito del 25 del octubre en Chile donde se
decidirá cambiar la Constitución establecida por Pinochet en 1980 también
genera esperanza de esta reconstrucción de una Latinoamérica unida por valores
humanos y no despojada de sus recursos por las corporaciones.
Por ello, hoy el pueblo celebra en medio de una pandemia que
azota al mundo, pero especialmente a los postergados de la patria grande,
demostrando que lo países que apuestan al «dios dinero» sin
contemplación alguna por la vida humana son los que están perdiendo la batalla.
América bancó y toleró mentiras, racismo, la estigmatización de todo un pueblo,
pero finalmente triunfó la democracia y la militancia latinoamericana es la
protagonista de dar vuelta la historia una vez más. Ahora es el momento de
poner las cosas en su lugar y de acelerar esa reconstrucción: el sueño de un
continente sin pobres, en donde definitivamente rompamos las cadenas
imperialistas para un desarrollo con nuestros recursos, soberanos, con nuestra
gente, nosotros mismos: en definitiva el pueblo unido.