Les propongo un ejercicio, aunque parezca un juego de palabras, intentemos realizar un análisis de la situación mundial y de nuestro lugar como clase trabajadora, pero sin usar el sentido común. Y cuál es éste sentido común, el que nos imponen los medios hegemónicos aliados al poder económico financiero y a los intereses del imperio. Ajá, y ¿quién es el imperio? Bueno, vayamos por partes.
Si no queremos utilizar el sentido común, pero queremos entender la realidad actual (una instantánea de ella, hoy, ahora, ya que está bastante cambiante), no debemos partir de lo obvio: el conflicto en Ucrania y los neofascimos. Recorramos el mundo, en su integralidad.
¿Hay otros conflictos activos? Si claro. Palestina es ineludible, aunque no se hable todos los días de ello, ya que la prensa (con minúsculas) se aburre. Salvo que haya muchos cohetes enviados por Hamas o Hezbollah, o una “desmedida” reacción del ejército de ocupación israelí que termine matando a decenas de personas, incluídxs niñxs, este conflicto es ya parte del paisaje y está casi invisibilizado. Ahora bien, muy cerquita de ahí, están Siria e Irak, donde Isis (o Daesh, ex formación de Al Qaeda), grupo ultrafundamentalista musulmán, ataca todo lo que puede menos un país que podría ser su objetivo principal: Israel. Los movimientos kurdos son golpeados por Isis como por Turquía, que se resiste a la creación de un estado Kurdo. Esto con estados fallidos (o asesinados) como el de Irak de Houssein o el sirio Assad. Situación que también está prácticamente ausente en los medios actuales, aunque el conflicto siga, lxs muertxs y refugiadxs se cuenten de a miles o millones, en una región donde lo que abunda es el petróleo.
Si nos movemos un poquito más al este, otro conflicto que tiene poca repercusión en los medios es el de Azerbaiyán y Armenia. Aquí aparece un dato interesante, Armenia es parte la OTSC, el equivalente a la OTAN con centro en Rusia. Se podría pensar que Rusia apoya a Armenia en su disputa por Nagorno-Karabaj, pero la diáspora armenia, al igual que la judía, ha tenido una fuerte influencia pro estadounidense, lo que ha hecho que Rusia esté expectante y no haya apoyado aún a su socio. Mientras esto ocurre, Azerbaiyán aprovecha y vende el gas que posee su subsuelo, en un marco de precios altos y un mercado ávido de proveedores diferentes que Rusia.
Sigamos hacia el oriente, y pasamos por Afganistán y los talibanes. Mientras pública y banalmente mujeres famosas se quitan un mechón de pelo en favor de la “causa” de las mujeres iraníes, ya nadie habla de lo que ocurre es este recóndito (para nosotrxs) país de Asia. Si tan sólo fuese una cuestión capilar.
Bajemos hacia el sur, pasamos por la frontera siempre caliente entre Pakistan e India, que ha motorizado a que estos dos países lleguen a tener armas nucleares. Por el momento, hay calma, pero más allá de sus nacionalismos, ambos países cuentan con un porcentaje enorme de su población que sufre hambre, sin trabajo decente, pero no pareciera preocupar estas nimiedades.
Sigamos para el sur y para el este. Nos encontramos con dos situaciones que, en primera instancia, podemos comparar: Bangladesh y Ceilán. Ambos tienen insurgencias armadas contra un poder central opresivo. Los tamiles de la ex Sri Lanka han sido prácticamente aniquilados luego de terribles represiones. En la ex Birmania, la geografía y la mayor diversidad etno-cultural lleva (afortunadamente) a una incapacidad del gobierno a aplastar sangrientamente todo movimiento rebelde, lo que no significa que sea más benigno un régimen que el otro, sin embargo, mientras esto escribo, el gobierno de Myanmar ataca con aviones un concierto musical de una de las etnias ubicadas cerca de la frontera con China, provocando una masacre que incluyó al cantante. Y en el medio, el FMI y la guerra de Ucrania, con el aumento de las tarifas y la escasez de alimento (el trigo ucraniano y los fertilizantes rusos), están provocando hambruna y, consecuentemente, rebeliones populares.
Antes de navegar el Índico, sobrevolemos el pacífico. Estados Unidos tiene a su flota principal desplegada por el Pacífico queriendo intimidar a una Corea del Norte que, armisticio mediante, sigue en guerra con su hermana del Sur, y a la China de “una nación, dos sistemas”, en referencia a Macao, Hong Kong y Taiwán. Y respecto de esta última isla, la batalla silenciosa por la tecnología tiene ribetes alucinantes: Taiwán es la región de mayor producción y desarrollo de microchips del mundo, y a pedido de los Estados Unidos, está dejando de producir para China; a cambio, la parte continental ha dejado de suministrarle arena, elemento principal para la obtención de silicio … China que afronta una necesidad de incrementar su consumo interno para no depender tanto de las exportaciones, Taiwán que necesita de la exportación y la triangulación de mercadería en el mercado mundial como base de sus ingresos económicos .
Y ahora sí, tomemos un barquito y naveguemos por el mar Arábigo, donde nos encontraremos con el Golfo Pérsico y el Mar Rojo. En el primero, rápidamente nos sorprenderá la cantidad de barcos militares, tanto de Irán como de Estados Unidos, clara señal de las tensiones vigentes. Al fondo, Qatar donde se jugará el Mundial de Fútbol, junto a otros Emiratos Árabes que acumulan petróleo, gas, y millones de trabajadores asiáticos siendo contratados y desarrollando tareas en condiciones infrahumanas. Mientras le damos la vuelta a la península arábiga, pasamos por Yemen y una “guerra civil” que lleva décadas sin solución. Luego de una revolución socialista que era una molestia para los jeques y su patrón yanqui, intervino la liga Árabe con la delicadeza que se caracteriza, golpe de estado, balas, bombas, hambre, miseria … Justo enfrente tenemos a Djibuti, Eritrea, Somalia y Etiopía. El “cuerno de África”, zona caliente si las hay. Hablar de hambrunas aquí es cotidiano, es una de las últimas regiones del mundo donde existe la piratería marina, los conflictos armados inter e intra estados son habituales. Hoy son los rebeldes de Tigray, pero esta región no conoce paz duradera desde hace siglos.
A partir del cuerno nos internamos en el continente. No hicimos muchos kilómetros y chocamos con el conflicto Sudán – Sudán del Sur, campos petroleros mediante. Miramos un poquito al noreste, aún Libia padece el descalabro de la última intervención civilizadora de la OTAN (eso sí, su petróleo sigue siendo extraído). Más al este, el Sahara Occidental entregado por España a Marruecos, sin pensar en la autodeterminación de su pueblo, hoy levantado en armas contra el rey del norte. Giramos por el Golfo de Guinea y vemos inversiones chinas, tráfico diamantes, coltán, revoluciones fallidas y golpes de estado.
Saltemos a Latinoamérica. De Haiti nadie habla, pero nuevamente Estados Unidos pretende invadirla después de haber asesinado al último presidente, pero sin el aval de otras naciones. Ni hablemos del Comando Sur y sus intervenciones, a pesar de las rebeliones populares que todos conocemos. Lo mismo para la nacionalización del Canal de Panamá, que ni se les ocurra a lxs panameñxs!!! Y del bloqueo a Cuba, no jodamos … Los espaldas mojadas claro que tampoco cuentan como conflicto, pero por las dudas, pongamos un muro.
¡Ahhh pero son todas tiranías! Muchos de esos países cuentan con elecciones. Algunos gobiernos figuran con grandes titulares en la prensa cuando un disidente recibe alguna sanción, pero poco se habla de Guantánamo, Julian Assange o Chelsea Manning. Sin importar el sistema de gobierno, a la hora de reprimir manifestaciones populares ninguno escatima el uso de la fuerza.
¿Y lxs trabajadorxs, dónde están? Desmontemos ahí otro de los sentidos comunes. ¡No están, no importan! Todos los conflictos descriptos tienen eje en una disputa global por recursos, no en revoluciones o movimientos sociales generados para la toma del poder y la transformación de sus sociedades. Estas disputas por mercados y recursos tienen como polo a los Estados Unidos por un lado, acompañados por los principales centros de poder europeos (Alemania, Francia y Gran Bretaña, en mucha menor medida España, Italia y otros), frente al avance de China por los mismos motivos, seguida de lejos por Rusia. Pero no son tanto las naciones como las empresas cuyos capitales ávidos de pingües ganancias las que intervienen en gobiernos, modifican territorios y alteran ecosistemas.
Hoy, en esta misma instantánea mundial, lxs trabajadorxs de todo el mundo estamos sufriendo una ola inflacionaria tremenda, que ha elevado el costo de la vida, desde la posibilidad de no poder calentarse debidamente en el invierno europeo que se avecina, hasta la certeza de no poder comprar alimentos o carecer de agua en los márgenes de una periferia global pauperizada y esquilmada. Décadas de globalización mediática han calado profundo exacerbando individualismos en contra de la solidaridad de clase; el fracaso de los llamados gobiernos de izquierda o progresistas en lograr mejorar las condiciones de vida de la población, todo lo contrario, claudicando frente a ideas neoliberales, está causando la frustración social masiva, con históricas abstenciones en las elecciones y el surgimiento de un neofascismo global con variantes locales, que ponen en peligro todo lo construido. En un mundo que avanza cada vez más rápidamente hacia enormes conflagraciones, donde la codicia del capital no tiene fronteras, como nunca antes se hace necesario que lxs trabajadorxs nos unamos y construyamos una sociedad nueva, solidaria, con una democracia fuerte y soberana, en un mundo donde cada país sea tomado como un igual, soberano, y que la clase tenga intervención directa en la economía y la salud del planeta.